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Malos negocios: firmar sin leer la letra pequeña de un contrato

{ Posted on May 17 2010 by Alí Antonio Manrique }

¿Cuántas veces usted como consumidor se ha leído la letra pequeña de un contrato? Partiendo de mi propia experiencia, imagino que casi nunca. Por lo general nunca leemos la letra pequeña porque cuando no vemos en la necesidad de adherirnos a algo -leyó bien, adherirnos a algo, no un convenio entre partes, después le explico la diferencia- estamos a las carreras.

Desde las cosas más simples a las más complejas usted constantemente está firmando contratos, que estricto sentido no son tales.

Para entender lo que le estoy diciendo es necesario conocer que es exactamente un contrato y lo vamos hacer desde el punto de vista de un lego pues no soy abogado.

Según Wikipedia un contrato es “una acuerdo de voluntades, verbal o escrito, manifestado en común entre dos o más personas con capacidad, que se obligan en virtud del mismo, regulando sus relaciones relativas a una determinada finalidad o cosa…”

Lo primero que destaca en la definición es la palabra acuerdo, es decir que los firmantes han acordado tal y cual cosa. Pero, ¿Qué pasa cuando usted firma un “contrato” y usted no ha acordado los términos de los servicios a recibir, donde hay una serie de cláusulas que benefician a uno solo, por o general a su contraparte?

Eso es justamente lo que pasa en muchos contratos que firmamos constantemente en el gimnasio, en el estacionamiento, con la gente del cable, la de Internet, con los proveedores de servicios básicos y un gran etcétera.

A veces hemos firmado cosas más grandes como la adquisición de una vivienda con contratos de ese tipo. Esos son los famosos contratos de adhesión o como le digo yo, “tómelo o déjelo”

Y es que nosotros mismos, por no leer detenidamente lo que nos dan a firmar, terminamos metiéndonos en unos lío que cuestan bastante dinero.

Yo por ejemplo firmé la compra de un departamento donde se me incrementaban los montos de la deuda de forma mensual mediante la aplicación de unos intereses poco claros que en pocos meses duplicaron el valor de la deuda.

Contrato que no podía rescindir sopena de ser multado con el 25% del valor del mismo.

Demás está decir que tuve que ir a todas las instancias posibles para solicitar la anulación del mismo y recurrir hasta el propio Tribunal Supremo de Justicia de mi país para pedir la nulidad, cosa que me hubiera evitado si hubiera leído de manera detenida y asesorado por un abogado el dichoso contrato.

En otros casos, son mis amigos que han terminado comprando tiempo compartido a unos precios exorbitantes y luego cuando quieren deshacer la compra se encuentran que hay cláusulas, que le vendedor se cuidó muy bien de no mostrar, donde prácticamente le pueden llegar a la cárcel si se niega a seguir pagando.

O quien se suscribió a una revista vía online y cuando pidió la anulación de la misma, se encontró que le seguían cobrando en la tarjeta de crédito mes a mes, teniendo que anular la tarjeta para que no le siguieran cobrando.

Para evitarse dolores de cabeza con este tipo asuntos legales le recomiendo los siguientes tips:

Solicité de manera anticipada una copia del contrato para estudiarlo de manera detenida con un abogado. No acepte presiones del vendedor o del negocio.

Si el contrato es estándar, donde ya hay una serie de cláusulas que no se pueden cambiar desista, no se meta en problemas.

En caso de ser un servicio esencial (línea telefónica, compra de un bien, etc.) pregunte cuales son las instancias para la resolución de disputas, averigüe si la oficina de protección al consumidor de su país tiene algunas recomendaciones sobre este tipo de contrato y como se resolverían. Por lo general las tienen.

  1. Niéguese de plano a que lo que le ofrecen sea de manera verbal, exija que lo dejen por escrito. Si el vendedor se niega hacerlo desista pues se estará metiendo en una trampa.
  2. Nunca firme presionado. Los vendedores siempre dicen que esa es la última oportunidad, que el precio que le ofrecen es hasta el día de hoy y cosas por el estilo. No se deje presionar y niéguese de plano a firmar nada si no le dan tranquilidad para la reflexión o el estudio. Recomiendo que cuando se presenten esas situaciones tómese varios días para dar su respuesta. Mientras más le presiones alargue más su decisión.
  3. Trate, dentro de lo posible no involucrar su tarjeta de crédito en ningún contrato. Prefiera prepago o débitos a su cuenta corriente, pero nunca le abra las puestas de su tarjeta de crédito a ninguna empresa. Le puede dar muchos dolores de cabeza.
  4. Desista, si lo que le ofrecen es una modalidad de negocio que tiene una serie de vicios legales y poco claro, aunque luzca como una ganga. La tranquilidad mental vale más que la angustia de sentirse estafado por su propio puño y letra.

Fotografía Vía stock.xchng

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Alí Manrique

Autor: Alí Manrique

Ingeniero con especialización en Gerencia de Proyectos (PMI). Apasionado de los temas de Gerencia y Finanzas Personales. Del leer, nace el saber.

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